martes, 23 de septiembre de 2014

El barro y yo

Ayer me dijeron que mis uñas parecían de cocinera y aunque no se ni hacer un arroz creo que lucen muy diferente a las de cualquier persona que se dedique al tema, fue allí cuando recordé que el barro es el mejor barniz de uñas que existe...

Sucedió por allá en el dos mil ocho (2.008) cuando llevaba años sin recorrer senderos, sin oler a monte y sin saber que era estar un día completo respirando algo diferente a humo de carros y ladrillo. Ya mis vacaciones no consistían en coleccionar renacuajos en tarros de axion, o pisar  popo de oveja (o vaca) solo para tener la sensación de que las estaba viendo aun cuando era la hora de dormir y que al día siguiente atraería más mariposas.


Ese día salí a la calle sin rímel, además con el autentico olor a jabón de baño (pero no del chiquito), la indicación fue que si usaba un olor más fuerte estaría expuesta a que se me pegaran bichos, cuando pequeña nunca necesite saber eso, en el campo no había necesidad de bañarse (aunque hacerlo al aire libre era un disfrute adicional), siempre olía exactamente como quería (popo de oveja, vaca, caballo, pasto... una combinación deliciosa!).

Con mucha expectativa emprendimos cuesta arriba con destino a Pico Loro, caminé, sudé, me embarré, me mojé, pero ante todo disfruté sentirme despeinada por más de ocho horas y, aunque no hubo espacio para ver como lucía, se que mi sonrisa a partir de ese día se hizo más grande.


Ya llevo unos cuantos años amando el senderismo, tengo una necesidad constante de ver mariposas, de andar caminos y conquistar nuevas cimas, siento que la montaña no me espera con el mejor traje, perfume o peinado, solo quiere que vaya, la conozca, la disfrute y regrese con nuevos amigos para que puedan tener el mismo gozo.


Ahora se que mis uñas no crecen como antes y que cuando intentan hacerlo las corto para que no me molesten cuando tenga que agarrarme de un tronco para evitar caerme al abismo, mi cabello lacio tiene ondulaciones debido a los rollitos que hago para evitar que se enrede en las ramas, mientras que mis piernas y brazos quizás no están tan tersos como antes por las marcas, señales, cicatrices, que se han convertido en recuerdos y albergan las más lindas historias.


Mi vida desde entonces ha cambiado, ya se que puedo dormir realmente esos 10 minuticos después de que suena el despertador sin tener que pensar en el color de sombras de ojos a usar según la ropa del día, que puedo tomar mi moto y acelerar sin pensar en dañar el peinado, que si llueve no hay blower que se arruine, además puedo abrir completamente la ventana si voy en auto y disfrutarlo como lo hacen los perritos, ah y que para sentirme bien no requiero 20 kilos de maquillaje ni dos horas previas de "acomode" para salir a la calle un día cualquiera.


Bueno, bueno, tampoco es que sea tan linda (aunque pa' que pero aguanto) como para ir a un evento especial tal cual como me levanto, disfruto también encresparme las pestañas y hacerme trencitas cheveres, ya se que si uso color verde mis ojos lucen más claros, que el lápiz negro hace que resalten  (ese mismo que no me echo cuando voy a la montaña porque me dejaría los ojos como mapache si me cae agua) y que el el brillo medio café (aunque nunca me dura) ilumina mi sonrisa en las fotos.



Finalmente, cabe aclarar que admiro a quienes de verdad pueden dedicarse horas a verse bonitas yo creo que decirme a mi misma que lo soy ya hace que lo sea así los demás no piensen igual, además aplicando algo de lógica "elizina" para qué arreglarse todos los días si con uno que lo hagas, y ojalá sea cuando nadie lo espera, vas a tener miradas de asombro y uno que otro "uy vean eso!"


2 comentarios:

Anónimo dijo...

vaya prosa, me gusto

Ellie dijo...

Me alegra mucho que te haya gustado!