Es ya de voz populi que las mujeres inteligentes,
profesionales, independientes y seguras tienen una alta probabilidad de
enamorarse normalmente de los hombres llamados "malos", partiendo de
mi propia experiencia y la de algunas amigas voy a tratar de desenmascarar el
misterioso asunto...
Cuando una mujer se siente segura de si misma en aspectos
relacionados con su físico, éxito profesional, inteligencia a la hora de tomar
decisiones y capacidad de trazarse metas para conseguirlas, es inevitable que
las personas a su alrededor vean estas características y por ende las admiren o
envidien.
Es por lo anterior que generalmente empiezan a rodearse de
círculos de amigos numerosos prestos a escuchar consejos, historias y compartir
momentos especiales relacionadas con gustos afines baile, cine, entre otros...
Pues bien, desde una perspectiva netamente personal considero que ese
maravilloso mundo social donde sientes que todos te admiran algunas veces
tiende a caer en la monotonía, ya sabes que contar para que los demás estén
alegres, ya sabes que hacer para que los demás disfruten tu compañía y esta
termina siendo tu zona cómoda.
Partiendo de la premisa anterior y retomando el tema inicial
de este post, al hablar de una mujer inteligente con todo lo que la palabra
implica para ella estar siempre bien y teniendo todo bajo control termina convirtiéndose
en un estilo de vida aburrido y por obvias razones empieza a desencajar piezas
para verse en la necesidad de usar su creatividad e ingenio, es allí cuando
aparecen los hombres malos como modo de escape a aquel mundo perfecto.
Si algo implica un riesgo y este viene acompañado de una
recompensa que nos exija hacer uso de nuestra amplia gama de conocimientos para
conseguirla, además de ser una apuesta tentadora se convierte en eso que le
encanta a las mujeres inteligentes: demostrar que no hay imposibles!
Por eso cuando llega a nuestras vidas un hombre que a simple
vista parece perfecto pero que en nuestro interior sabemos que es uno de esos
por los cuales terminaremos gastando kleenex (lo sabemos, siempre lo sabemos,
es en serio que tenemos ese sexto sentido!), nos repetimos hasta el cansancio
que sólo queremos disfrutar así como ellos pero el corazón no entiende ese
juego y siempre, siempre termina embarrándola, soñando que con este si vamos a caminar
enamorados en la playa de noche, que nos correrá la silla en cada restaurante y
que se enamorará primero que nosotras…
Pues señoritas allí está el inmenso problema, aunque
logramos un escape momentáneo a nuestra monótona felicidad, ellos terminan embarrándola
o mejor el corazón empieza a darse cuenta que no es correspondido y pum! Que nos
exige a gritos escapar de ahí por ende recurrir a nuestras amigas, círculos y
demás espacios a los que estábamos intentando escapar, es un ciclo infinito
algo que termina y vuelve a empezar, caemos siempre con los mismos, volvemos a
pensar que este que llego si es.
En qué quedamos al final? Siendo unas maravillosas mujeres
inteligentes, admiradas, exitosas pero con muchas cicatrices que nos hacen
perder cada vez más la esencia de lo que es el verdadero amor, seguir creyendo
en que la “rehabilitación de gamines es posible” y ante todo cerrando las
opciones con quienes si puede valer la pena.
Ya me cansé de buscar pero mucho más de esperar, así que con
toda esta inteligencia que me ha dado Dios y los libros me declaro oficialmente
bruta en asuntos del amor, no tengo la receta (ni la tendré) para hacer que funcione, quiero aprender de cero con cada nueva experiencia,
no quiero que sean medios de escape o desequilibrio, quiero algo duradero
estable, no espero vivir feliz por siempre con alguien a mi lado pero si quiero
desde lo más profundo de mi corazón que cada relación sea como tiene que ser, con pros y contras, sin
prejuicios y mucho menos con ilusiones de que se haga lo que antes no se pudo,
borrón y cuenta nueva para esto, si ha de durar un día que sea el mejor, si
vamos a llegar a muecos y viejitos que sea dándonos un beso con cada amanecer. #hedicho!
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